domingo, 5 de julio de 2009

Capítulo IV: De los trabajos del Honor, o de como Valencia me robó, y no exactamente el corazón.

-12 de noviembre del 1981... Veintisiete años.... Veintisiete, sí.

-¿Domicilio?

- ¿Aquí? Carrer dels Gascons, 4

-¿Valencia?

- No, Zimbawe. Sí, señor oficial, Valencia, Comunitat Valenciana, España. No recuerdo el código postal. Sub-normal

- Vale. ¿Qué pertenencias le han robado?

-Una computadora portátil, una cámara, cien euros-

-¿Una computadora portátil? ¿Qué marca?

-Dell.

-Vale. ¿recuerda el número de serie?

-Dime por los dioses que no me estás preguntando cuál es el número de serie de mi computadora. ¿El número de serie?

-Sí, es que sería interesante si nos diera el número de serie de su portátil para corroborarlo.

- Interesante... Interesante, qué chévere... No fíjese señor oficial, justo ahora mismo no recuerdo el número de serie de mi computadora, lo cual es extraño porque es una serie de números tan fácil de recordar... No se preocupe, que tan pronto como regrese a los Estados Unidos le daré una llamada.

-¿Usted es de América?

- No, señor oficial, soy de Puerto Rico que forma parte también del continente americano. Ni los visigodos.

-Vale. ¿Le han robado algo más?

- Dami basia mille...que jodienda. Un reproductor de mp3. Ipod. Tenía una inscripción en una chapa de metal.

- Una inscripción. ¿Qué decía?

- uspira] Dami basia mille. La madre que te parió.


1 comentario:

Arturo Ulises dijo...

La idiotez: Un atributo mundial.